Mentiras y mitos sobre la internacionalización de los servicios de arquitectura.

Cinco años de dura PERSEVERANCIA y se vislumbra luz al final del túnel. La casualidad me llevó a Oriente Medio y quiso el destino que en menos de una semana un omani estrechara mi mano y me llamara “partner”.”Esto ha sido mi sangre y perfil Libaneses de generaciones atrás”. Satisfecho pensé que mi vida había cambiado y que no sería muy difícil conseguir trabajo. Esto debe ser lo que vienen llamando internacionalización.

Me acerqué a la Oficina Comercial de nuestra Embajada en el país en cuestión, y aunque correcto, el encuentro me dejó mal sabor de boca: me informaron incorrectamente sobre la posibilidad de alquilar una oficina para abrir despacho propio, pero se prestaban a realizar un estudio de mercado para que supiese que empresas había en el país previo pago de unos 80 euros. Ellos me dijeron que poco tenía que hacer, a pesar de ser el numero 26 de españoles en ese momento, pero que perseverase. LES HICE CASO y perseveré.

Costo humano y económico: dejas tu casa, tus hijos pequeños y pagas una pasta para volar. Dejas tu estudio con dificultades respiratorias y te armas de paciencia. Ellos no tienen prisa, la tienes tu. Cada día de incertidumbre es una losa que te aprisiona el alma. El tiempo pasa lento y en esas latitudes además candente. Pasas una enfermedad de la que tardas en recuperarte, porque los virus allí están mejor alimentados.

Muy muy lentamente te ganas su confianza y su respeto, porque detectan tu pasión por tu profesión, porque les solucionas todos los problemas en tiempo récord, porque te adelantas al menos en 3 horas (diferencia horaria) al día que empieza, porque no tienes un sólo día de descanso, esto tras 1825 días y muchas idas y venidas.

Todavía hoy albergo la duda de si lo habré conseguido.

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